domingo, 31 de octubre de 2010

¡Un homenaje a nuestros adorados muertos!


"Los hombres que "viven" no se mueren nunca,

se duermen de a ratos, de a ratos pequeños,

y el sueño infinito es sòlo una excusa."


La parca con parsimonia y sin subterfugios se llevó a grandes personajes éste año. Individuos ilustres, hombres de letras, de mundo. Nunca volverán, jamás, pero nos dejaron un montón de palabras. Hartas letras pá leer. ¡Un hurra a todos ellos! El mundo de los libros jamás será el mismo sin ustedes.


*Carlos Montemayor.

*José Saramago.

*Carlos Monsiváis.

*Germán Dehesa.

*Alì Chumacero.


Mención especial al Gran Jurista y ex Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Naciòn José de Jesús Gudiño Pelayo y al gran compositor Roberto Cantoral.


A todos ustedes... Gracias.




viernes, 22 de octubre de 2010

...

Detrás de los ventanales, mirando las hojas moverse como sonajas mudas, anunciando el atardecer y el frío que empaparán la noche con tu ausencia.

Le faltas a mis días, circunstancialmente precarios.

Yo sé de sobra que puedo vivir sin ti, porque tu existencia apacigua mi rabia de saber que no te tengo.

viernes, 15 de octubre de 2010

some kind of... "Friday i´m in love"

El Cervantino, Paquito de Rivera, el frío, la noche… y sólo me faltas tú para quererte, vino tinto y el tiempo que nos tiene tan apartados, tan ajenos a nuestra cotidianeidad. Y sólo me falta darme cuenta de que la vida no es vida, en viernes como éste, con la melancolía a flor de piel y la soledad como mi eterna compañera.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Introspección.

Voy a escribir entre la sombra de tus pechos pequeñas palabras indescifrables que sólo tú corazón podrá entender.

Soy el que no puedo verte a la cara, el que te vende blasfemias con verdades que sólo yo entiendo, el que no te merece y al que no mereces. Somos dos encuentros premeditados, intencionados e incorrectos.

Soy el de un solo corazón y varios amores, el que no sabe qué quiere pero tampoco pretende saberlo. El autorretrato de un ciego de nacimiento apreciado y calificado por el mismo.

Soy el que se entusiasma viendo aviones y helicópteros pasar por su ventana, pensando en el miedo que tiene a las alturas sabiendo que es en verdad a la libertad.

Soy una tarde de Noviembre un día que no debería llamarse Domingo sino Melancolía. Soy el fraude de un enamoradizo escritor al que le falta esa cosa a la que llaman “amor” para que vuelva a pensar que sus letras son más o menos buenas, y no mediocres y sin sentido como éstas.

Soy el que los sábados recuerda que quiere ser poeta, soñador y revolucionario. Un hombre atrapado en 3 historias con finales diferentes, con 3 máscaras a escoger dependiendo la ocasión.

Soy la extrañez de un puerto en decadencia visto en un amanecer capturado por la cámara de mi padre. La tarde interminable del abuelo que se ha vuelto un experto en matar mosquitos, en esperar un baño, otro día, las mismas caras, los mismos pretextos.

Soy Montreal y sus calles que ven pasar a mi madre y a mi hermano, incompletos como también lo estoy yo, sabiendo que nos hacemos tanta falta, que nos hemos vuelto tan ajenos a nuestra cotidianeidad pero no a nuestras causas.

Soy una carrera universitaria que no logro amar, la flojera de mis mañanas y el pretexto redundante de mi sueño aunado a mi fracaso.

Soy mis dudas perpetuas, mis miedos, la noche que se lleva la inspiración y las ganas que podrían continuar éste viaje hacia mí mismo, y sin embargo lo suspenden dejando en el tintero lo que siempre merece pensarse; el día siguiente.

sábado, 5 de junio de 2010

Abasolo.

1

Abasolo cayó un buen día del nido que lo acobijaba. Y pequeño como era e indefenso, lo recogí. No sabía qué hacer. Ignoraba en sobremanera qué darle de comer; con una jeringa decidí darle agua, y gota a gota él la tomaba. Cuando sentía que se ahogaba, sacudía la cabeza y movía las patas como queriendo escapar, pero después se reincorporaba para volver a beber. Con su pico utilizado como una especie de pala, intenté darle pulpa de un mango abierto, creí que comería, pero sólo logré pintarle de amarillo el pico y la cavidad bucal. Esa misma tarde que cayó del nido, dos pájaros más grandes volaban cerca de mis manos como queriéndomelo arrebatar. Era una pena no poder volver a subirlo a su nido, y más aún, no poder dejarlo ir, porque no volaba. Con pedacitos de tortilla hice una pastita para dársela; pero no la comió.
2

La tarde del día en que cayó, logré conseguir alimento en una veterinaria. De vuelta a casa, me abordó la incertidumbre de no saber si Abasolo sobreviviría o no y una angustia rara se apoderó de mí. Cuando llegué a casa, Abasolo permanecía inmóvil en su jaula, encogido, con los ojos cerrados. Toqué con un leve golpe su jaula, y temiendo que no reaccionara murmuré – ¡Abasolo!-.

3

Pero Abasolo reaccionó. Disolví la pasta en agua como me dijo el muchacho de la veterinaria, lo tomé con cuidado para sacarlo de su jaula, e intenté dársela. Pero no comió nada. Le volví a dar agua con la jeringa y bebió algunas gotas. Sabía que no iba a ser suficiente con agua para que sobreviviera, pero tenía una leve e infundada esperanza de verlo sobrevivir y volar. Lo volví a meter a su jaula y me fui a mi habitación.

Regresé por él unas horas después…

4

Tendido sobre el piso de su jaula, yacía Abasolo con los parpados cerrados. Apenas respiraba. Lo tomé con cuidado y acostado sobre mis manos parecía que dormía, pero agonizaba. Lo miré fijamente acariciando sus alas y la tristeza más estúpida se apoderó de mí, tomé una bolsa de plástico amarilla y puse a Abasolo dentro de ella, la cerré y fui a tirarlo a la basura.

5

La tristeza tan ridícula e inexplicable que me asalta ésta noche, no proviene del fallecimiento de un familiar cercano, ni tampoco de las penas y problemas que encuentro a mi alrededor, ni mucho menos del fracaso del que vengo y trato de recuperarme. La tristeza irrisoria e inescrutable que me irrumpe ésta noche, se debe tan sólo a la muerte de un Zenzontle café llamado Abasolo que la tarde de un 3 de Junio cayó de su nido, que sucumbió ante mi incapacidad de alimentarlo, y ahora, dentro de una bolsa de plástico amarilla, permanece irremediablemente muerto en un bote de basura.

martes, 13 de abril de 2010

Íntima oscuridad.

La oscuridad. El inmenso monstruo que nos oculta,
entre las sabanas de tu cama, varada en tus bordes,
anidada, borrada por el descaro de la luz que nos expone
y nos hace imperfectos.

Capa de negro color. Verdadero matiz de los días.
Refugio perfecto de mis letras y mis vulnerables seres
escondidos entre los recovecos de mi alcoba,
cansada ya de soportarme.

jueves, 28 de enero de 2010

La soledad es el universo inmóvil y callado del presente,
la pesadez del aire que respiro, el olor a nada.

Es el sonido oculto del tiempo que transcurre y jamás se detiene.
Un puño de formas contenidas que bailan cuando no estamos.

La soledad es el oído frágil que escucha el sollozar del mundo,
y la mirada quieta que vela nuestra fugaz existencia.